¿Qué son los valores?
Los valores reflejan aquello que es realmente importante para nosotros.
¿Cómo deseo que sea mi vida deportiva? es la pregunta que todo deportista o equipo debe hacerse.
Vivir una vida alineada con nuestros valores nos permite hacernos responsables de nuestras decisiones, en vez de dejarnos llevar por una rutina que, muchas veces, se impone por inercia. O sea, en automático.
Al reflexionar sobre los valores, mi invitación tiene como objetivo que paremos la pelota y conectemos con lo que nos importa. Muchas veces dejamos para después este tipo de análisis, porque actuamos enfocados en prioridades de corto plazo o urgencias y terminamos sosteniendo en el tiempo un estilo de vida que no nos gusta.
Pienso que, una vez que identifiquemos estos aspectos centrales para nuestra vida, podremos elegir con mayor libertad en qué invertir tiempo y energía para llevarla en la dirección que deseamos.
Los valores influyen en quienes somos y condicionan cómo actuamos.
¿Qué rasgos de una persona la hacen buena deportista?
Podríamos aventurar una serie de características:
Spoiler alert: ¡El artículo tiene algunas preguntas sin respuestas!
¿Para qué sirve hacer explícitos los valores de cada integrante del equipo? ¿Es necesario que estén alineados?
En el proceso de desarrollo de los equipos es habitual que estos pasen por distintas etapas:
1) La constitución: Al constituirse un grupo es lógico que haya mucha incertidumbre, porque sus miembros no se conocen.
En esta etapa, prima la falta de confianza; es decir, la ausencia de información para saber si podemos o no confiar en los demás (no la desconfianza, que requiere tener elementos concretos para descreer del otro).
Es un buen momento para indagar en qué puede aportar cada integrante al equipo y a la inversa. También para enfocarse en qué necesita el equipo de cada miembro.
Considero esencial que los integrantes conversen expresamente sobre los valores que cada uno tiene incorporados y que busquen establecer los que representarán al equipo. El hecho de decidir entre todos democráticamente y hacer explícito el código de conducta facilita que los integrantes actúen de manera coherente con los objetivos grupales. En el caso de que eso no ocurra, teniendo en cuenta que ese código fue decidido entre todos, probablemente sea el propio equipo quien demande su sanción, como modo de reafirmar el valor que tiene esa pauta de conducta.
Aunque parezca una tarea difícil, a veces se trata de partir de preguntas como: ¿Qué se tolera y qué no se tolera en este equipo? ¿Qué se rechaza y qué se valora? ¿Cuáles queremos que sean las consecuencias por incumplir este pacto? Creo que abordar el tema de los valores es muy importante en momentos previos a la etapa de competencia; o sea que mi sugerencia es trabajarlo durante la pretemporada.
2) Con el correr del tiempo es esperable que comiencen los conflictos, como consecuencia de posibles miradas o interpretaciones diversas sobre alguna situación.
En esta etapa es especialmente importante trabajar en la calidad de la comunicación para utilizar este momento como oportunidad para transformar el grupo en un equipo.
Ante los escenarios de conflicto, recordar los valores del equipo puede ser de mucha utilidad para resolverlos y también para construir lazos más sólidos entre sus miembros.
Como los valores reflejan aquello que es realmente importante para nosotros, nos pueden ayudar a elegir dónde poner el foco. Tiene tanto peso aquello que está sucediendo en un momento determinado, como aquello que no está a la vista. Imaginemos un iceberg: la parte de hielo que se ve encima del agua podría pensarse como los comportamientos de los integrantes del equipo -incluyendo su cuerpo técnico-; mientras la parte que no vemos -y probablemente tenga una dimensión mayor- son sus pensamientos, emociones, deseos e inquietudes.
Algunos conflictos surgen cuando hay dos o más intereses que se contraponen o son contradictorios entre sí. Estos intereses, así como también los pensamientos, emociones, actitudes y acciones, están motivados por las inquietudes de las personas.
Los intereses motivan a las personas y pueden ser un resorte silencioso que subyace en el conflicto.
Si en el conflicto hay intereses en pugna y logramos identificar los valores que hay detrás de cada uno de estos, será más sencillo encontrar una solución que integre las necesidades de sus integrantes. Ese es entonces el desafío: encontrar alternativas mutuamente beneficiosas.
La invitación es a meternos de lleno en el conflicto, ya que “evitarlo” no solamente no los resuelve, sino que, además, genera un círculo vicioso que lo potencia. Y digo “evitarlo” entre comillas, porque creo que en realidad es una ficción suponer que se puede evitar. Puede permanecer silencioso -aunque no inofensivo-, pero no se evita.
La manera en la que conversen las distintas miradas sobre una situación conflictiva será determinante: ¿Conversan autoritaria o democráticamente? ¿buscan “evitar” el conflicto, resolverlo o buscan erradicar la posibilidad de que se expresen esas distintas miradas?
3) Normalización:
Es el momento en el que se empiezan a ver los resultados de los trabajos de comunicación, el afianzamiento de los vínculos, aumenta el conocimiento de sus integrantes entre sí y eso se refleja en la confianza que se tienen.
El equipo empieza a fluir en pos de los objetivos comunes; y cada miembro, a entender y a habitar su rol con mayor disfrute y comodidad.
4) Desempeño:
En esta etapa el equipo logra prever escenarios conflictivos y anticiparse en su solución gracias a la motivación y al compromiso que tiene, sintiendo orgullo por ser parte.
Sus integrantes se potencian entre sí y, de este modo, se logran los objetivos propuestos.
La jerarquía de los valores:
Hacer explícitos los valores sirve para poder ponderar la jerarquía que le damos a cada uno de ellos. De este modo, podemos tomar decisiones en relación al conflicto poniendo en la balanza los valores en juego y ponderando cuál pesa más para el equipo.
Imaginemos que sos un jugador de basket y tu pareja está en trabajo de parto en el momento en que vos tenés que irte a un partido: ¿Qué decisión tomás? ¿Vas con ella al sanatorio o vas a jugar? ¿En base a qué valor tomás esa decisión? ¿Por qué elegirías aquello que elegís? Estas preguntas no tienen respuestas correctas. Las decisiones que se tomen van a depender de los valores del equipo, del compromiso y de los objetivos grupales e individuales de sus miembros.
Para seguir reflexionando sobre este escenario hipotético les dejo el siguiente video:
¿Entonces, recapitulando, por qué es importante alinear valores?
Es relevante alinear valores porque, de lo contrario, será muy difícil definir objetivos grupales y que cada integrante actúe priorizando estos por sobre los individuales.
Es un método que permite evitar rutinas defensivas y expectativas trastocadas. A su vez, permite sentir orgullo por pertenecer a ese equipo.
Es valioso tener presente que no somos, por ejemplo, solidarios porque tenemos una etiqueta que así lo indique, sino que lo seremos en la medida que nuestras acciones evidencien esa solidaridad. O sea, en la medida que los valores que sostenemos los llevemos a la práctica.
Entonces, ¿cuáles son los valores predominantes del equipo en relación a lo que considera importante? Y aquello que decimos que valoramos, ¿se refleja en nuestras acciones cotidianas? ¿Creés que es esencial ser buena persona para ser un buen deportista? ¿Qué significa ser buena persona? ¿Ser bueno/a técnica o tácticamente es más o menos importante que ser buen/a compañero/a?
¿Cuáles de la lista de características que enuncié al principio son esenciales? Levante la mano quién no llegó tarde alguna vez a entrenar, quién no tuvo que faltar a un partido por un problema familiar. Entonces ¿qué valores son negociables y cuáles innegociables?
Para ir cerrando este artículo quiero compartirte algunas reflexiones:
Cuando empecé a escribir estas líneas pensé que mi tarea iba a ser bajar ideas de mi cabeza al texto, acomodarlas, investigar lo que opinan otras personas con autoridad en el tema como si fueran muchos ingredientes de una receta, para luego batir las palabras y meter en el horno esta preparación.
Y cierro este proceso de escritura con muchas más preguntas que respuestas.
Me doy cuenta de que la palabra “valores” abarca mucho más de lo que yo tenía presente. Podemos darle acepciones diferentes: como sinónimo de interés o necesidad o, por otro lado, como algo jerárquicamente superior. Según el sentido que le demos, surgen consecuencias muy distintas.
Intuitivamente me inclino por la segunda opción. Sin embargo, al seguir reflexionando, me parece que su importancia la asocio con la utilidad que tienen como guías de nuestro actuar, es decir, como un mero instrumento para lograr algo.
No estoy segura de que sean importantes “porque sí” y que, por ende, tengan una significación jerárquicamente superior que los intereses.
Entiendo que los valores son una construcción que permite la convivencia social (y del equipo) según las características sociales, culturales e históricas de ese momento y lugar en donde esas personas interactúan.
¿Qué hace que ser honesta, por ejemplo, sea valioso para mí? Creo que los valores sirven como puente para construir la vida que queremos vivir.
Considero que los valores comunes son claves para que las personas podamos vivir en sociedad - o en equipo- armónicamente, sin afectarnos las unas a las otras. Los valores permiten predecir las conductas de las personas y, así, potencian la confianza.
Por esa razón, una vida basada en valores facilita que vivamos en calma y que el camino a la autorrealización y el desarrollo deportivo, compartiendo con otros sea más disfrutable.
Comentarios